Baile con Serpientes, reseña.
Baile con serpientes
Horacio Castellanos Moya
Dirección de Publicaciónes, Consejo para la Cultura y el Arte, San Salvador 1996, 2003
160 páginas
Tusquets Editores, México, 2002,
193 páginas
Horacio Castellanos Moya nació en 1957 en Tegucigalpa, Honduras. Sin embargo, su familia era salvadoreña y pronto regresó a El Salvador donde cerció. Ha publicado en cuento: ¿Qué signo es usted, niña Berta? (Editorial Guaymuras, Tegucigalpa, 1988), Perfil de prófugo (UCA Editores, San Salvador, 1989), El gran masturbador (Editorial Arcoiris, San Salvador, 1993), Con la congoja de la pasada tormenta (San Salvador: Editorial Tendencias, 1995), El pozo en el pecho (1997).
Ha publicado además las siguientes novelas: La diáspora (UCA Editores, San Salvador, 1988), Baile con serpientes (Dirección de Publicaciones, San Salvador, 1996. Reeditada recientemente por Tusquets, 2002), El asco. Thomas Bernhard en El Salvador (Editorial Arcoiris, San Salvador, 1997), La diabla en el espejo (Ediciones Linteo, Madrid, 1999. Editorial Casiopea, Barcelona, 2000), El arma en el hombro (Editorial Tusquets, México, 2001), Donde no estén ustedes (Editorial Tusquets, España, 2004), Insentatez (Editorial Tusquets, México, 2004).
Baile con Serpientes es una novela sobre una transfiguración maligna. Eduardo Sosa, sociólogo desempleado, que vive en la casa de su hermana se encuentra de pronto atraído inexplicablemente por la presencia de un indigente que vive en su Chevrolet amarillo, el cual ha parqueado recientemente en el vecindario. De Sosa no tenemos muchos más datos que estos. Asumimos la frustración que debe sentir en esas condiciones, excluido del sistema como se siente cualquier persona desempleada y sin medios económicos. El indigente del Chevrolet sufre también de exclusión, pero de un modo más categórico y definitivo. Vive en su auto, no se baña ni se preocupa por sus apariencia personal, vive de lo que recoge de los basureros. El narrador se siente fascinado por ese estado sin saber porque y un día decide seguir al vagabundo en su errática ruta diaria. El viaje termina en una escena violenta donde muere otro personaje oscuro y el propio indigente de nombre Jacinto Bustillo a manos de Sosa.
A partir de ese momento Sosa asumirá la identidad del Bustillo y se apoderará de su auto, en el cual rápidamente descubre que habitan cuatro serpientes, las cuales lo adoptan como si fuera su dueño original. No bien ha encontrado el narrador a las serpientes cuando Castellanos renuncia a toda verosimilitud y hace hablar a las serpientes. De lo que oye de las serpientes y de sus propios sentimientos de exclusión y de furia se desata pronto una serie de ataques a personas relacionadas con Bustillo y otras que no guardan relación alguna, llevados a cabo en su mayor parte por las mismas serpientes. Los ataques todos terminan con alto saldo de muertes y se extienden rápidamente por toda la ciudad. Esto hace que pronto se involucren en la trama la policía y la prensa cuya actividad en la novela ocupa dos de los cuatro capítulos que la componen.
A continuación el final de la novela: Tras el gran número de asesinatos la prensa del día siguiente le dedica amplia cobertura al indigente y su escuadrón de serpientes. Este, halagado, se comunica con la reportera Rita Mena, encargada del reportaje, a sabiendas que esta lo delatará. Finalmente la policía localiza el auto en una chatarrera y lo atacan con lanzallamas y otras armas, destruyéndolo. Pero Sosa y las serpientes logran huir y aquel finalmente, después de su orgía de muerte, recobra su identidad y regresa a su casa.
Casi se podría decir que el signo constante de la narrativa de Castellanos Moya es la violencia. Baile con Serpientes, tiene, como dice una de sus reseñadores, casi más muertos que páginas y las muertes que se reflejan en ella no tiene muchos matices de realismo: las serpientes vuelan por los aires, estrangulan personas o les dan muerte con mordeduras que causan muertes instantáneas. En vista de que nada de eso es posible, queda clara entonces la intención de Castellanos Moya de que la lectura que se realice de su texto no sea literal.
Las serpientes de Baile con Serpientes, así como el auto que es la guarida de la banda son símbolos de la psique del narrador que busca liberarse de la sociedad que lo hace sentir excluido. La fascinación del narrador con el indigente y la adopción de su identidad es un primer paso. Sin embargo, en el interior encuentra a las serpientes, que están bajo su control y a las cuales puede liberar a voluntad para dispensar muerte. Las serpientes son un símbolo atávico de muerte y de energía y son escogidas por el autor deliberadamente cuando armas de otro tipo pudieran haber sido mas convenientes. El rastro de muerte se inicia con venganzas en contra de los presuntos enemigos personales de Bustillos, a los cuales el narrador ni siquiera conoce; pero luego se extiende a la población en general y adopta matices de terrorismo.
El terrorismo sin embargo es el uso de violencia contra la población civil con la intención de crear terror con fines políticos. En este caso, sin embargo, el personaje declara abiertamente que, aunque ha causado la muerte de un importante político, sus intenciónes no son políticas explícitamente. En una reveladora declaración a la prensa el narrador dice: (...)Yo no soy un loco, ni un delincuente, sino alguien que tras un intenso esfuerzo, en un acto de voluntad suprema, se convirtió en lo que soy, en Jacinto Bustillo, el hombre de las serpientes...
La intención entonces no es directamente política, pero tiene una lógica interna y además sigue el rumbo del azar. Esta lógica interna y el azar se conjugan en una conjura de retribución divina en la que el personaje castiga a la sociedad en general tanto por afrentas recibidas personalmente (vicariamente en este caso) o por la simple razón de que se lo merecen. Entre los muertos se encuentran obreros comunes, dependientes de tiendas, políticos importantes, ricos, parientes de policías de alto rango, policías de cuerpos especiales, etc. Reveladoramente vemos como distintos sectores de la sociedad comparten el rencor que alimenta los ataques. El subcomisionado Handal, a cargo de la investigación, afirma en un momento dado, observando 'niños bien entrando y saliendo de bares y discotecas':
(...)No hay plan, no hay conspiración, como acaban de decir en la radio. Sólo el azar y la lógica que me permiten profundizar mi mutación. Pero ustedes no entenderían. (p. 122)Viéndolos, uno se pregunta si lo más conveniente no fuera que hubiese varios Jacinto Bustillos para que acabara con tanta frivolidad.(p. 93)
Más adelante un tipo común que bebe en una cantina invita a una cerveza al protagonista diciéndole:Si usted fuera el tipo que ha puesto de culo a estos ricos y a este gobierno de mierda, aquí mismo me lo echaría en hombros. (p. 153)
De modo que Castellanos Moya propone que la misión de justicia divina que el protagonista siente que lleva a cabo es en realidad un deseo común compartido por la población misma que es víctima de esta furia. La lectura más simple de estos sentimientos pareciera dirigirnos a la senda de la guerra civil salvadoreña, pero la verdad es que los sentimientos de rencor y exclusión no nacen únicamente en sociedades que han vivido guerras, sino en todas; en los individuos que ven que la promesa de una vida mejor es en realidad una promesa hueca, que se cumple sólo para algunos.
La violenta catarsis de Sosa parece terminar con el final de episodio de violencia en el que el auto, que representa la psique violenta e independiente del paria, es destruido. Sin embargo, antes de que ocurra esta destrucción Sosa ya ha comulgado más profundamente de la energía violenta que representan las serpientes, consumiéndolas como alimento e incorporándolas, bailando con ellas y haciendo el amor con ellas. Durante la destrucción del auto podemos ver como las serpientes no son destruidas sino que escapan sin que Sosa pueda saber a donde. Es de suponer que reaparecerán cuando de nuevo el personaje lo juzgue necesario, sin necesidad de recurrir al rito transformador como la primera vez.
Castellanos Moya declaró en el 2002 a Arturo Jiménez de La Jornada que la creación de esta novela fue atípica de su proceso creativo:Cuando terminé la novela me dejó sorprendido. Fue escrita de manera compulsiva, sin reflexionar sobre lo que hacía. No es un mundo creado a partir de un gran ejercicio de reflexión, al contrario. (La Jornada, 2002)
Debemos entonces entender que Castellanos Moya no tenia en mente, mientras escribía, la interpretación que aquí se hace de su texto. Es claro que el texto es una catarsis inconciente para el escritor, que en un momento de inspiración se permite encarnar un sentimiento de rencor violento contra una sociedad que se revela injusta, a la que le ha llegado la hora de un castigo bíblico. El hecho de que el autor no tuviera en mente un plan preconcebido de denuncia hace al texto quizá más poderoso, ya que se limita a la retribución sin elucubraciones que enturbien el torrente emocional en el que se basa Baile con Serpientes.
La novela, en lo formal, esta escrita con una prosa cinética que no pierde tiempo con detalles innecesarios y que hace avanzar la acción a alta velocidad, de modo que el libro se lee muy rápidamente. La prosa de Castellanos Moya es simple, en ocasiones coloquial, lo cual es conveniente tanto para la velocidad de desarrollo de la acción así como para la pureza emocional del relato.
Baile con Serpientes se hermana con un filón amplio de la literatura centroamericana donde la violencia desciende sobre la sociedad civil como por mandato divino, sin que exista causa, explicación o defensa contra ella y sin que las instituciones del estado la logren controlar. Proponer las causas de la violencia esta más allá de esta literatura. Pero en esta novela, por lo menos, Castellanos Moya nos dice que la violencia vive dentro de todos nosotros y que dado el caso y puesto en esa circumstancia, cualquiera podría verse de pronto en medio de la furia lúbirca de un baile con serpientes.
Baile con serpientes, Horacio Castellanos Moya
por depeupleur > 1/01/2008
ver: Centroamérica, El Salvador, Novela, Reseña
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3 Comments:
Muchas ganas de leerla, aunque me parece difícil su adquisición. De verdad de que en Centroamérica hay mucho que leer. En Costa Rica, por supuesto que también.
En efecto no se consigue en Costa Rica. La edición de Tusquets sería la más fácil de conseguir pero como pertenece al catálogo de Tusquets Mexico y Nueve Decada, acá en Costa Rica, solo trae Tusquets España, no hay donde comprarla. Yo tuve que mandar a traer mi copia por Amazon. Todo lo cual no hace más que resaltar el evidente problema que hay en la distrubución de obras literarias en centroamérica. Los paises de centroamérica bien podrían estar en continentes diferentes en lo que a literatura se refiere.
Para los interesados, Nueva Decada si tiene por lo menos otros tres libros de Castellanos Moya que estan en el catálogo de Tusquets España.
Escuché decir de este autor, a doña Clarible Alegría, lástima que sea tan dificil de conseguirlo, la mala distribución de nuestros propios autores nos podría llevar, tarde o temprano a la extinción.
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