Completamente Inmaculada, Francisco Alejandro Méndez



Reseña de la novela.


Completamente Inmaculada
Francisco Alejandro Méndez
210 páginas
Ediciones Perro Azul 2002


Francisco Alejandro Méndez nació en Guatemala en 1964, donde actualmente vive. Además de su primera novela: Completamente Inmaculada (Ediciones Perro Azul 2002), ha publicado las colecciones de cuento Graga y otros cuentos (1991 y 1995), Manual para desaparecer (1997), Ruleta Rusa(b'oloq'otin k'asolem) (2002), Crónicas Suburbanas (2002) y Reinventario de ficciones que recoge toda su prosa en formato corto (2006).

Completamente Inmaculada es una novela aparentemente autobiográfica compuesta por un rosario de anécdotas de juventud del protagonista guatemalteco hiladas por la historia del amor, perdida y búsqueda de su novia española, Inmaculada. En la contratapa el escritor Rafael Cuevas Molina ubica a esta novela dentro de la corriente de la Literatura de Onda que tuvo sus representantes en Guatemala en los 70 y 80 y que nació en México con Sainz y Agustín. Pero aún y cuando la temática urbana, el rock, las drogas y la juventud con su lenguaje particular están ahí, le falta a Completamente Inmaculada todo el espíritu contestatario y de violenta protesta contracultural que es el corazón de la Literatura de la Onda. La novela tiene más bien algo de picaresca, ya que las aventuras en las que se ve envuelto el personaje no tienen mayor relación entres si y, sin duda, tanto el comportamiento pícaro de los personajes, como el tono ligero de la narración, la acercan a ese género de novela. Valga decir que quienes conocen a Francisco Méndez reconocerán inmediatamente en Completamente Inmaculada su voz risueña siempre dispuesta a la chanza y tomándose las cosas con calma.

El tono ligero y agradable, en ocasiones hasta cómico, de la novela es en realidad lo que le da su mayor cohesión. La lectura es sumamente amena, casi como una conversación de barra, y la novela fluye naturalmente hacia el final con la vertiginosa facilidad propia de los buenos relatores de anécdotas. Hasta acá todo bien, aventuras de un grupo de amigos y sus amores con extranjeras que visitan Guatemala, con algunas prostitutas, con el licor o con las drogas, y la búsqueda eterna por protagonista de su aparentemente único y más grande amor, Inmaculada. Suena definitivamente como una novela alegre y ligera. Sin embargo, bajo el tono despreocupado de Méndez surge también, poco a poco y con una maestría fantasmal, la cara oculta de todas las historias centroamericanas. Entre las aventuras narradas hay un asalto perpetrado por policías que pudo bien haber terminado en violación y homicidio, muere además la prostituta amante de uno de los personajes luego de abortar a su futuro hijo, otro personaje manda a ahogar en un lago los perros del vecindario para tranquilizar su fobia, el niño encargado de la labor le pregunta cuando finaliza, indicando su anuencia a solucionar problemas de toda índole con el mismo mecanismo, si hay algo más que le moleste. Todo resulta aún más escalofriante porque Méndez nos cuenta todo esto con la misma alegría socarrona con la que nos cuenta otros sucesos triviales. Así es la vida de cualquier muchacho por estos rumbos, pareciera querer decirnos Méndez.

Nada de esa oscuridad, sin embargo, logra empañar el brillo de un optimismo inocente que rebosa el personaje a cada momento. Los puntos altos de la novela son los enternecedores momentos compartidos con su novia española Inmaculada. Y es aquí también donde surge entonces la tentación de interpretar la novela como algo que no es: Él es guatemalteco, ella española. Ella viene de turismo, a conocer las maravillas del nuevo mundo, él se enamora de ella. Ella la pasa muy bien, pero al final del viaje regresa a su hogar. El la sigue y la busca y quiere casarse con ella pero no la encuentra. Encuentra a muchas iguales, pero ninguna es ella. Transita por las calles de Madrid, de Granada, buscándola. Inmaculada no aparece, como si no hubiese existido más que en la mente del autor o el protagonista.

¿Alegorías de España y America Latina, de la metrópoli soñada y la periferia estragada? Nunca obtenemos del texto indicaciones que nos permitan proponer esta interpretación. Es tentadora, sin embargo, por lo bien que calza con la historia, pero sería una imposición a la novela y no un producto natural de ella.

Talvez esta historia no este hecha de símbolos sino de personas. Personas que viven una historia que también es la historia de tantas otras personas por estos rumbos. Gente que en su tierra natal se considera simple, pero que resulta exótica para los extranjeros; gente que se enamora de un sueño transatlántico que no se cumple nunca cabalmente porque no es lo que ellos se imaginan que es.

Independientemente de las grandes historias que queramos sonsacarle al texto, lo que el lector atesora al terminar la novela, son las risitas inconcientes y la sonrisa permanente que evoca con tanta facilidad Méndez en el lector. En futuras novelas, con tramas más complejas o personajes ya no autobiográficos, estamos seguros de que encontraremos de nuevo esa voz alegre que tanto nos gusto en esta novela, y que ese encuentro será como tomarse unas cervezas con un viejo amigo que cuenta muy buenas historias y que sabe chistes que son de vida o muerte.